El fin del mundo terminó y nada pasó. ¿Comenzó al final o terminó al principio? ¿Empezó con la z y concluyó con la a? Final o principio… no importa; todo igual.
En nuestra isla política, Génesis y Apocalipsis se encontraron el 20 de mayo. Trastornaron el tiempo en un confuso abrazo de innecesaria espera.
Las señales del fin fueron ominosas; discurrieron en apenas tres semanas:
Urdimbre sediciosa en contra de un gobierno cercanamente extranjero.
Espionaje de Estado al rojo vivo.
Cuentas bancarias en paraísos fiscales.
Fotomontajes subversivos.
Trama de asesinato a un líder político.
Atentado a la vida de una periodista.
Cartel de Sinaloa en el país.
Félix Bautista y Pepe Goico compitiendo en omnipresencia.
Luego, el Armagedón. 20 de mayo:
Señales televisivas apagadas.
Roberto Cavada silenciado (un milagro).
Miguel Vargas votando por el PRD (otro milagro).
Rumores de fraude.
Ciberatentado al cerebro de cómputos de Roberto Rosario.
Mercado ambulatorio de cédulas.
Sondeos de boca de urna contradictorios.
Hostigo militar (por confirmar).
Después, amenaza de destrucción desoladora. 21 al 23 de mayo:
Denuncia de fraude.
Tensa espera.
Hipólito mudo.
Rumores de asonada popular.
Acuartelamiento militar.
Supermercados vendiendo hasta el alma.
Plan de contingencia ante disturbios.
Presagio de guerra civil.
Habla Hipólito:
No dice si ganó o perdió, solo se proclama como el “opositor oficial”.
Tensión colectiva inversamente proporcional al desenlace. ¡Qué fiasco!
El país se acabó y empezó en un instante eterno. Todo quedó igual… tan igual que el PRD se divide otra vez, como el sol de cada día. Pasado y presente en un solo acto… Un país accidentadamente lineal ¿o linealmente accidentado? De Danilo dependerá que pasen cosas de verdad, con aquello de hacer “lo que nunca se hizo” (¿incluye procesar a Félix Bautista?)… principio de la historia… y punto.