¿Miedo al miedo?

José Luis Taveras

Estamos asustados; no es para menos: la criminalidad trae nuevos números cada día y las respuestas siguen siendo las mismas. El problema ha revelado su verdadera dimensión; conocerla, nos sobrecoge. La realidad desbordó la percepción.

Creíamos que el deterioro iba a ser más dilatado, pero la sangre se ha esparcido aun en espacios que dábamos como seguros. Hoy parece que no hay nada ni nadie a salvo. Es cuestión de espera.

El problema no lo resuelve una ley de armas o una reforma a la Policía Nacional; a veces estas acciones, aun necesarias, se convierten en anestésicas. En sociedades disfuncionales a todo se le busca una solución legal.

Ya está bueno de improvisar con una situación que se nos va de la mano. Es tiempo para pensar, planificar y armar creativamente un plan de Estado con sentido de urgencia pero de trascendencia que aborde la delincuencia como lo que es: un fenómeno complejo atado causalmente a realidades profundas.

Desempleo, exclusión, marginalidad y desigualdad son fermentos que atizan la inseguridad que vivimos, por lo que deben ser ejes de atención en una estrategia integral en contra de la criminalidad.  Todos debemos involucrarnos en este esfuerzo.

No declaremos derrota antes de perder. El problema es grande, pero podemos evitar que sus consecuencias se hagan irreversibles. Perdamos el miedo al miedo, porque a veces ese miedo es tan dañino como la violencia misma que lo prohíja. Ese miedo arrincona, inhibe y aniquila las fuerzas para cambiar las cosas. Sobre esa lógica macabra se erige el terrorismo. Hay que aceptar que hemos cambiado y que los patrones de violencia nos imponen otros estilos, estrategias y planes de vida, pero jamás permitir que esa realidad nos convierta en seres paranoicos. Cuando la delincuencia sabe que acobarda, somete a la sociedad a su sádico capricho e impone la tiranía del terror como sistema de vida. Aún estamos a tiempo. Es cuestión de decisión.

Gaceta Judicial núm. 354, julio 2016

 

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