Ernesto J. Armenteros
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A unos cientos de metros al Este del obelisco, en la avenida George Washington, está el monumental adefesio que conocemos como “La Mujer del Obelisco”. Ese es su apodo. Para aquellos nacidos después de la Era de Trujillo y desconocedores de su historia, el nombre verdadero es “Monumento Cordell Hull”. Se erigió en celebración del pago de la deuda externa de la República Dominicana a los Estados Unidos. Mr. Hull, Secretario de Estado de los Estados Unidos, fue quien renegoció el pago de la deuda con Trujillo. A pesar de que sea difícil de creer, hubo una época, dictatorial y de infame recuerdos, en que nuestro Gobierno, no le debía dineros a extranjeros.
¿Qué motivó a Trujillo a saldar la deuda externa con los Estados Unidos? Unos años antes de la nombrada Era, los Estados Unidos ocuparon militarmente a la República Dominicana aduciendo, entre otras razones, que lo hacía por el incumplimiento de parte nuestra del pago de la deuda contraída con esa nación. Entre otras bendiciones y diabluras, el gobierno militar que se estableció en nuestro suelo con la ocupación administró las aduanas para cobrar su deuda con las recaudaciones. Aparentemente, no lograron cobrarse la totalidad de lo adeudado antes de retirarse del suelo dominicano en 1924, puesto que quedó un saldo a su favor. Pues bien, como herencia de esta ocupación, nos dejaron a Trujillo de jefe del ejército, después de haber sido entrenado como militar ellos. Unos años después de que la ocupación terminó, el Jefe eliminó a su oposición y se convirtió en el dictador implacable que cambió el nombre de nuestra Santo Domingo a Ciudad Trujillo y a su dictadura la bautizó como “Era de Trujillo”. Conociendo este historial, no es de extrañar que el Jefe negociara y pagara la deuda del país, para evitar que los Estados Unidos tuvieran esa excusa para intervenir nuevamente y disminuir el poder absoluto que él tenía. Trujillo entendió que un país endeudado no es soberano. Por eso pagó la deuda externa. Para celebrarlo ordenó la construcción del Monumento Cordell Hull.
Dicho sea de paso, a la hora de pagar la deuda externa los valores que se registraban como deuda en el Departamento de Tesoro de los Estados Unidos no correspondían a los que tenia registrado la Tesorería de la República Dominicana. La diferencia no era significativa, pero de todos modos surgió un debate extendido en la legislatura que fue acortada por las celebradas palabras de un prestigioso congresista quien sentenció: "Acabemos esta discusión, me cago en la diferencia." Y consecuentemente, se aprobó el pago. La elegancia y la distinción forman parte de nuestra prosapia legislativa desde la remota Era de Trujillo.
El pensamiento de Trujillo es anatema de lo presente. No creemos que endeudarnos, como lo creía él, implica hipotecarnos, correr el riesgo de que nos cierren los créditos, nos humillen, nos ejecuten por falta de pago y nos subasten en público. Entendemos que los tiempos en que los Estados Unidos nos invadían cuando no les pagábamos son épocas superadas. Ya no tenemos miedo a endeudarnos. No tenemos porqué celebrar con monumentos al pago externo. Todo lo contrario. Debemos conmemorar el éxito que tenemos en nuestras gestiones de coger prestado. Por lo tanto, en virtud que desde tiempos prehistóricos los gobiernos reciclan los monumentos de gobiernos anteriores, yo sugiero que reciclemos el Monumento a Cordell Hull.
Creo que, haciendo eco del Obelisco, a La Mujer del Obelisco la debemos pintar con alegorías de una orgía romana con figuras alegóricas, que como se solía hacer en el Renacimiento, incluya las figuras protagónicas. En nuestro caso sería las de todos los economistas que han propuesto y aún proponen el endeudamiento. Todo esto bajo la mirada indulgente del Dios Baco enmarcado en cornucopias. Al mismo tiempo, debemos aupar a las multitudes para que reclamen a gritos: ¡Aprovechémonos de que nos fían!. ¡No hay porque temer a la dependencia!. ¡Vergüenza a los países ricos que les cobran a los pobres sus deudas!. ¡Abajo los usureros!. ¡A coger fiao, mientras podamos! ¡Reciclemos monumentos obsoletos para celebrarlo!. ¡Cubrámoslo con pan de oro con el dinero prestado! |