Fabio J. Guzmán Ariza
“Suprimir toda palabra inútil. Simplicar la frase. Simplificar la idea. Suprimir, suprimir. Esta es la fórmula para escribir bien...” Noel Clarasó.
"Creo que ningún escritor tiene derecho a dificultar deliberadamente la lectura al lector: porque esto se llama pedantería o insuficiencia. Es el caso del que no tiene nada que decir y entonces lo dice en un lenguaje muy complicado, para disimular que no está diciendo absolutamente nada."
Julio Cortázar.
“Short words are best, and the old words when short are best of all.” Winston Churchill.
“Si j'ai écrit une si longue lettre, c'est parce que je n'ai pas eu assez de temps pour l'écrire plus courte.” Blaise Pascal.
La regla es la misma en todos los idiomas: escribir bien nada tiene que ver con el uso de palabras rimbombantes ni de expresiones superfluas ni de estructuras complejas; por el contrario, es mejor –nos dicen los ilustres autores citados en los epígrafes– utilizar un estilo llano de palabras cortas y castizas, y de sintaxis sencilla.
Supongo que esto le causará sorpresa a muchos de nuestros abogados y jueces, quienes comparten –como ya he dicho en una columna anterior– el criterio absurdo de que las palabras largas son mejores que sus homólogas más breves, que un estilo florido es preferible a un estilo llano, en fin, que las oraciones enredadas y por tanto difíciles de entender son muestras de profundidad y de erudición. El modelo de redacción redundante y confusa nos viene de viejo y por varias causas, de las cuales sólo señalaré éstas: antes se pretendía emular el estilo literario, intrínsecamente más complejo, pero la reproducción casi siempre quedaba corta por la falta de talento del imitador; hoy a esa pretensión ya tradicional se le añade, por la merma en el nivel cultural de nuestra clase, una dosis de afectación por ignorancia, o sea, el querer aparentar ser docto sin serlo.
Que no se me malentienda. Escribir “bonito” –como se dice en el Cibao– no significa de por sí escribir mal. Mucho depende de la naturaleza de lo que se escribe y del público al que se dirige. Hasta el preciosismo tiene su espacio en el campo de las letras. Las obras maestras de Alejo Carpentier , Marcel Proust y James Joyce , con sus oraciones de páginas enteras que parecen catedrales por su complicada estructura, son ejemplos incuestionables de que la complejidad en la redacción no es por necesidad incompatible con el buen escribir. Ahora bien, estos eximios escritores son las excepciones que prueban la regla. Para el resto de los mortales como nosotros, ambicionar a expresarnos de esa manera sólo produce frustración a lo interno y perplejidad e incomprensión para los demás.
Aunque es también posible que ofuscar sea justamente el objetivo del abogado que escribe con rebuscamiento: ante la debilidad de su caso, opta por utilizar la mala redacción como arma para confundir. Ya el célebre novelista francés Stendhal en el siglo XIX lo había observado y explicado así: “El hombre que escribe oscuro no puede hacerse ilusiones: o se engaña, o trata de engañar a los demás.”
De todos modos, la meta esencial de todo escritor es que el lector entienda lo que ha escrito. El estilo llano se caracteriza por combinar el uso de palabras y expresiones claras, concisas y coherentes, en una estructura o sintaxis sencilla, de tal manera que se logre ese objetivo. Se busca que el lector se concentre en el mensaje y no en la agilidad o exhibicionismo verbal del escritor. Juan Bosch en la República Dominicana y Ernest Hemingway en los Estados Unidos fueron precursores del estilo llano en el campo literario. En Derecho el ejemplo clásico es el Código Civil francés de 1804, al cual ya me he referido en una columna anterior cuando cité cómo Stendhal lo usaba como guía de buen estilo. Otro novelista francés más reciente, André Maurois, una vez le espetó a un escritor ampuloso: “No seas retórico. Lee el código civil... te librará de hacer frases.”
En los últimos cincuenta años se ha desarrollado un movimiento mundial a favor del estilo llano, especialmente en lo que concierne a documentos gubernamentales, tales como leyes, reglamentos, avisos y formularios dirigidos al público general. Las próximas columnas de Nuestro Idioma las dedicaré a describir y analizar ese movimiento, así como a alentar su difusión e implementación en la República Dominicana. Mientras tanto, continuamos con nuestro recuadro mensual de incorrecciones comunes en el mundo jurídico dominicano.
Hacer sentido: Anglicismo utilizado en frases como “eso hace sentido”, por calco del inglés “this makes sense.” En español lo correcto es “tener sentido” y “eso tiene sentido”.
Addendum o Addenda: Voces latinas que significan “adición o adiciones al final de un escrito”. En español la palabra correcta es “adenda”.
Issue: Palabra inglesa cuyo uso se ha propagado últimamente en los medios profesionales dominicanos desplazando sin necesidad a los vocablos “tema”, “cuestión”, “asunto”, entre otros. A continuación encontrarán una lista de frases formadas con “issue” y sus equivalentes en español :
the key issue = la cuestión clave
the point at issue is = se trata de
to face the issue = afrontar el problema
to make an issue of something = concederle demasiada importancia a algo
to take issue with somebody = no estar de acuerdo con alguien
delicate issue = asunto delicado
question at issue = pregunta en cuestión
side issue = asunto incidental o cuestión secundaria
take issue with (disagree) = no estar de acuerdo con |
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