Me da risa ver a Hotoniel. Su cara adusta nunca abandona una expresión de fastidio y aburrimiento.
Un lunes lo ví, con mirada perdida, mientras limpiaban sus zapatos frente al viejo Palacio de Justicia de La Feria. El limpiabotas agitaba afanosamente el paño del lustre tratando de sacar el último destello. Detuve mis pasos para verlo; en menos de tres minutos había bostezado dos veces. Pesadamente se levantó con pocos deseos de volver a su despacho.
Este muchacho de apariencia bonachona dirige —o guarda— una oficina modesta donde lo único moderno es el nombre: Departamento de Prevención de la Corrupción Administrativa (DPCA). Una excusa cosmética creada por Leonel para combatir la corrupción con las filosas letras de sus discursos. Esta oficina es una especie de show room o muestrario para el mercadeo de imagen; me recuerda las góndolas de una feria. Sin personal suficiente, ni presupuesto, ni autonomía, ni logística… puro exhibidor. Cajas de auditorías mal hechas se reciben para almacenarse y activan, para colmo, la rinitis alérgica de Hotoniel.
Sé que Hotoniel quiere trabajar y sueña con tener autoridad para hacer algo decoroso o utilitario, pero no está para eso. Solo para cuidar el estante de una feria en La Feria. En ese oficio de cuidar, los guachimanes tienen más distracciones que mi amigo Hotoniel. Pero confío en que un día se sacudirá y le dirá por lo menos un coño a su gobierno; ese día será su merecida autoexaltación. Le prometo acompañarle jubilosamente con una Veuve Clicquot.
Creo que Hotoniel necesita de amigos que le hagan compañía antes de que cometa cualquier desvarío, sobre todo cuando lea el informe sobre el Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional de 2011, que nos coloca en el puesto número 129 de 182 naciones del mundo en percepción de la corrupción. Cuánto trabajo por hacer y Hotoniel… bostezando.
Pero toda paciencia tiene su retribución, por fín mi amigo tendrá trabajo; solo esperaba la orden política. Héctor Rodríguez Pimentel y Amable Aristy Castro decidieron quedarse en la acera contraria: así que a desarchivar expedientes. Suerte, Hotoniel.
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